domingo, 31 de marzo de 2013

ARTÍCULO 8: KARATE Y AUTODEFENSA



Karate y Autodefensa

“No todo el Karate es autodefensa y no toda la autodefensa es Karate”

Que el Karate sirve para defenderse es una obviedad. La pregunta que surge es ¿defenderse de qué, de quién y cómo lo hacemos?
Si tras unos años de entrenamiento, hubiéramos conseguido adquirir la habilidad de poder derribar a un adversario de un solo golpe (kime-waza), o más aún; la capacidad de matarlo (ikken hissatsu) ¿habríamos cumplido nuestro objetivo?
¿Es ese el objetivo marcial último? De ser así, deberíamos conceder altos grados a delincuentes habituales, a sicarios sin escrúpulos o a asesinos en serie, pues habrían demostrado su capacidad de hacer daño sin ningún género de duda.

Si ya eres cinturón negro de karate, o posees varios danes, enhorabuena, lo has conseguido. ¿Y ahora qué? Si aspiras a algo más, enhorabuena también; pues ello te permitirá seguir aprendiendo y mejorando.
Creo que es importante establecer cuáles son los objetivos marciales (propios o de nuestro sistema) para saber dónde nos encontramos, a dónde queremos ir y qué tenemos que hacer para conseguirlo.

Con frecuencia nos conformamos con divulgar las virtudes de nuestro estilo (que siempre ha de ser mejor que todos los demás) en la creencia de que si nosotros practicamos ese estilo, que es el mejor, estaremos en disposición de ser los mejores (si es que ya no lo somos)
Aunque eso fuera cierto, una cosa son las posibilidades y otra bien distinta las habilidades. Una cosa es que tengamos el teléfono móvil de última generación, con todos los adelantos técnicos habidos y por haber (el karate); y otra cosa bien distinta es que sepamos sacarle partido a toda esa tecnología (nuestra capacidad). Es fácil comprobar que la mayoría solo realizan llamadas y envían mensajes de texto, independientemente de las posibilidades del aparato.

El Karate es sin duda un arte marcial extraordinariamente versátil. Los Kata están llenos (sobre todo los de Naha-Te) no solo de atemi, sino también de derribos, luxaciones y un sinfín de técnicas más allá de las utilizadas en Ju-Kumite o Shiai-Kumite. No debemos preguntarnos cuántas cosas es capaz de hacer el Karate, sino, cuántas cosas somos capaces de hacer nosotros.
¿De veras sabemos golpear? O sabemos hacer Gyaku-Zuki y Mawashi-Geri. ¿Qué pasa con los Ate-Waza (codazos, rodillazos, cabezazos)? Sabemos que existen, pero ¿los dominamos? ¿Y las luxaciones y derribos y estrangulaciones? ¿Forman parte del karate o los consideramos como un añadido externo al karate que debemos rechazar?

Quizás solo debamos contemplar como “propias” las escasas y esteriotipadas aplicaciones que con poca frecuencia y escaso acierto realizamos en algunos Bunkai.
Si entendemos que ya sabemos derribar a un adversario de un solo golpe, o incluso matarlo…

¿Nos interesa saber llegar a controlar a un adversario sin hacerle daño?

¿Nos conviene conocer estrategias para evitar conflictos?

¿Somos capaces de evitar una pelea aun sabiendo que podemos ganarla?

¿Tenemos habilidades de comunicación que nos permitan enfrentarnos a la violencia verbal?

¿Somos capaces de ganar sin pelear?

¿Es necesario que nos enfrentemos a los conflictos con la única expectativa de ganar, o existen otras alternativas?

Hace tiempo me surgieron una serie de preguntas (además de las expuestas) que me motivaron al estudio y entrenamiento de otras habilidades, que cuando comencé a estudiar karate, pensé que irían implícitas en la práctica pero que la experiencia me ha demostrado que no necesariamente.

Preguntas como:

¿Todos quienes quieren agredirme son enemigos peligrosos?

¿Cómo debo considerar a un borracho impertinente?

¿Y a una señora histérica?

¿Y a un adolescente insolente?

¿Y a un vecino quisquilloso?

¿Y a jefe manipulador?

O estas otras:

¿Todos quienes me agreden, lo hacen lanzándome un puñetazo a la cara?

¿Cómo debo considerar entonces a quien me empuja?

¿Y al que me zarandea?

¿Y al que me escupe?

¿Y al que me insulta?

¿Y al que me amenaza?

¿Y al que te grita?

¿Y al que se burla?

¿Y al que critica injustamente?

¿Y al que desprecia?

¿Y al que ignora?

¿Es porque no me ha pasado nunca que creo que nunca va a pasarme a mí?

¿Es que todos deben saber que puedo hacerles mucho daño si me enfadan lo suficiente?

¿Y si es así de qué forma se lo debo hacer saber?

¿Cómo debo enfrentarme a esos agresores y como responder a esas agresiones?

¿Es el perfecto Gyaku-Zuki la solución universal para toda esa variedad de agresiones, agresores y situaciones?



       José Luis Prieto Méndez
       CN-7º Dan de karate, CN 5º Dan de Goshin
       CN 3er Dan e Kobudo, CN 2º Dan de Tai Jitsu
         www.goshinkai.es








1 comentario:

  1. Muchas veces, mi hijo, mis sobrinos, los niños pequeños de mi entorno me preguntan que por qué hacemos artes marciales si no es para luchar. Yo siempre les respondo los mismo; "Lo aprendemos para no tener que usarlo". Espero que algún día lo entiendan.

    Juanma

    ResponderEliminar